Las “artes de la tierra y el fuego”, en el caso de Viviana Ruz son una herramienta que la artista ha elegido para su búsqueda de la significación y de la forma, a partir de procesos existenciales profundos. En estas obras la artista revela un extraordinario conocimiento sobre los materiales, en el manejo de las posibilidades del color y en la construcción espacial de su creación. En su discurso plástico vemos formas orgánicas, el objeto escultórico no es estático, sino concebido para romper el equibrio de la forma simétrica, de manera evidente o también en pequeños detalles. Al mismo tiempo la obra pareciera permitir la existencia espacial del vacío, allí se expresa una metáfora del equilibrio y desequilibrio, en cierto modo el cambio permanente de la existencia, en su dolor y plenitud.

Vivimos cargados de enigmas en el aquí y ahora, y en un futuro de formas cambiantes. El arte es capaz de reflejar nuestras interrogantes más profundas, cuando la vida parece más cargada de dudas que de certezas. La obra de Viviana Ruz en su refinamiento conceptual, es también capaz de recuperar la antigua conexión mágica de la creación, íntimamente aparece como una acción ritual, capaz de llevar hacia la luz la representación material del conflicto. En esa danza íntima de las manos, conectadas con los materiales primigenios, con la construcción de las formas y el nacimiento de la obra, está también la antigua representación de la fertilidad femenina, en un acto de creación en que es el fuego quien fija la representación simbólica de esta escritura. Aparece entonces una obra construida como acción transformadora, la obra nace hacia la luz para revelar antes que nada la fuerza de la vida.

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Manuel Basoalto

Curador